El Sol no Volverá a Salir
Prologo
Prologo
A veces me pregunto porque las cosas tenían que suceder de esta manera.
A veces me cuestiono si las cosas que he ganado valieron la pena por el costo que he tenido que pagar.
En el fondo, este par de preguntas me demuestran que algo de humano tengo. Que los hechos y eventos no son como los pregonan mis enemigos, sedientos de provocar miedo y terror en torno a mi figura. Solo una persona fuera de mis maestros sabe que es lo que tuve que padecer para ser quien soy ahora. Pero el está muy lejos, alejado de la tormenta que se avecina.
Dicen que los traumas y actitudes básicas de una persona adulta, pueden hallar su origen dentro de la niñez. Muchos han tenido una niñez digna, no por tener muchos juguetes ni por tener una casa con un gran patio y un lindo perro. La verdadera dignidad es la que ganamos al amar y ser amados por alguien.
Yo y mi hermano no tuvimos esa suerte.
Puede ser que hayamos sido los hijos de una familia de comerciantes, pero no por eso nuestra felicidad estaba asegurada. De día éramos dos muchachos comunes y corrientes, los cuales dentro de todo no podían ser atendidos como niños normales, debido al trabajo y al dinero que poseían nuestros padres. De noche, la fachada de niños felices bajo un techo firme se derrumbaba y caía en pedazos..
Horribles pesadillas nos sacudían en nuestro reposo. Podía sentir como la sangre brotaba de mis ojos como si en lo más profundo de mí ser, mi corazón clamase por dejar de ver aquellas imágenes llenas de tinieblas y de perversidad.
Cada mañana, en vez de abrir mis ojos, solo deseaba que aquellos seres dejasen de hacernos daño a mí y a mi hermano. Sus ojos también sangraban, por lo que sabía que estaba padeciendo mi dolor tanto como yo. Y así transcurrió la vida misma, creciendo en medio del terror y del pánico nocturno.
Hasta que una noche, la sangre de mis ojos comenzaba a fluir con mas fuerza, y mas fuerte. Lo suficiente para hacerme despertar con un grito de dolor, mismo que fue interrumpido por los gritos desesperados de mi madre.
Clamaba porque no nos hicieran daño ni a mi ni a mi hermano, a la vez que afuera de nuestras casas comenzaban a escucharse disparos, explosiones y gritos. Una explosión en alguna calle cercana provoco un temblor lo suficientemente fuerte como para romper las ventanas de la casa y despertar violentamente a mi hermano y a mi, luego fue el silencio en nuestro hogar, contrastando con el espantoso concierto de terror del exterior.
Nuestras pesadillas comenzaban a hacerse realidad. Aquellas sensaciones que nos invadían cuando cerrábamos nuestros ojos, ahora nos golpeaban y rasgaban con nuestra vista activa.
Un par de hombres con uniformes muy compuestos e implacables de presencia nos miraban desde la puerta de nuestra habitación., sosteniendo en sus manos brillantes y pesadas armas recién humeantes. Portaban extraños símbolos, los cuales en esos momentos desconocía, pero que en el perverso destino que me aguardaba, no volvería a olvidar jamás. El humo de aquellos fusiles solo podía indicar una cosa, la cual me apuñaló como una fría daga directo a mi alma, llevándome violentamente a la oscura realidad..
Nos llevaron a la fuerza a mí y a mi hermano. Nos sacaron de nuestro hogar, y al hacerlo pudimos ver como los sueños que teníamos eran cada vez más palpables.
Nuestra cuidad natal, Kiev, ardía en llamas. Las balas no paraban de sonar contra el pavimento, por donde viésemos las llamas consumían el hogar de alguna familia inocente que en ese momento quizás solo estaba cenando. Niños y mujeres gritando por piedad, personas arrodilladas llorando frente a sus difuntos. El terror mismo había instalado un escenario en nuestras narices y ejecutaba su terrible obra de apertura.
Los hombres que nos llevaban, miraban la escena con una pequeña sonrisa en sus rostros. ¿Qué clase de persona podía sonreír mientras mataban a gentes inocentes en medio de un autentico espectáculo de pirotecnia sangrienta?
No quise seguir viendo. Mi hermano no podía dejar de llorar y estaba boquiabierto del espanto. Me preguntó que era lo que nos iba a suceder, que iba a pasar con nuestras vidas.
Me hubiese encantado poder responderle a Igor que esto no era más que un mal sueño, y que el día de mañana saldríamos a jugar con nuestros amigos al parque que estaba cerca del almacén. Y que por las mañanas nuestros ojos dejarían de sangrar, y que nuestros padres nos servirían un reconfortante desayuno.
Pero nada de eso sería cierto.
Todo para nosotros habría de cambiar…
A veces me cuestiono si las cosas que he ganado valieron la pena por el costo que he tenido que pagar.
En el fondo, este par de preguntas me demuestran que algo de humano tengo. Que los hechos y eventos no son como los pregonan mis enemigos, sedientos de provocar miedo y terror en torno a mi figura. Solo una persona fuera de mis maestros sabe que es lo que tuve que padecer para ser quien soy ahora. Pero el está muy lejos, alejado de la tormenta que se avecina.
Dicen que los traumas y actitudes básicas de una persona adulta, pueden hallar su origen dentro de la niñez. Muchos han tenido una niñez digna, no por tener muchos juguetes ni por tener una casa con un gran patio y un lindo perro. La verdadera dignidad es la que ganamos al amar y ser amados por alguien.
Yo y mi hermano no tuvimos esa suerte.
Puede ser que hayamos sido los hijos de una familia de comerciantes, pero no por eso nuestra felicidad estaba asegurada. De día éramos dos muchachos comunes y corrientes, los cuales dentro de todo no podían ser atendidos como niños normales, debido al trabajo y al dinero que poseían nuestros padres. De noche, la fachada de niños felices bajo un techo firme se derrumbaba y caía en pedazos..
Horribles pesadillas nos sacudían en nuestro reposo. Podía sentir como la sangre brotaba de mis ojos como si en lo más profundo de mí ser, mi corazón clamase por dejar de ver aquellas imágenes llenas de tinieblas y de perversidad.
Cada mañana, en vez de abrir mis ojos, solo deseaba que aquellos seres dejasen de hacernos daño a mí y a mi hermano. Sus ojos también sangraban, por lo que sabía que estaba padeciendo mi dolor tanto como yo. Y así transcurrió la vida misma, creciendo en medio del terror y del pánico nocturno.
Hasta que una noche, la sangre de mis ojos comenzaba a fluir con mas fuerza, y mas fuerte. Lo suficiente para hacerme despertar con un grito de dolor, mismo que fue interrumpido por los gritos desesperados de mi madre.
Clamaba porque no nos hicieran daño ni a mi ni a mi hermano, a la vez que afuera de nuestras casas comenzaban a escucharse disparos, explosiones y gritos. Una explosión en alguna calle cercana provoco un temblor lo suficientemente fuerte como para romper las ventanas de la casa y despertar violentamente a mi hermano y a mi, luego fue el silencio en nuestro hogar, contrastando con el espantoso concierto de terror del exterior.
Nuestras pesadillas comenzaban a hacerse realidad. Aquellas sensaciones que nos invadían cuando cerrábamos nuestros ojos, ahora nos golpeaban y rasgaban con nuestra vista activa.
Un par de hombres con uniformes muy compuestos e implacables de presencia nos miraban desde la puerta de nuestra habitación., sosteniendo en sus manos brillantes y pesadas armas recién humeantes. Portaban extraños símbolos, los cuales en esos momentos desconocía, pero que en el perverso destino que me aguardaba, no volvería a olvidar jamás. El humo de aquellos fusiles solo podía indicar una cosa, la cual me apuñaló como una fría daga directo a mi alma, llevándome violentamente a la oscura realidad..
Nos llevaron a la fuerza a mí y a mi hermano. Nos sacaron de nuestro hogar, y al hacerlo pudimos ver como los sueños que teníamos eran cada vez más palpables.
Nuestra cuidad natal, Kiev, ardía en llamas. Las balas no paraban de sonar contra el pavimento, por donde viésemos las llamas consumían el hogar de alguna familia inocente que en ese momento quizás solo estaba cenando. Niños y mujeres gritando por piedad, personas arrodilladas llorando frente a sus difuntos. El terror mismo había instalado un escenario en nuestras narices y ejecutaba su terrible obra de apertura.
Los hombres que nos llevaban, miraban la escena con una pequeña sonrisa en sus rostros. ¿Qué clase de persona podía sonreír mientras mataban a gentes inocentes en medio de un autentico espectáculo de pirotecnia sangrienta?
No quise seguir viendo. Mi hermano no podía dejar de llorar y estaba boquiabierto del espanto. Me preguntó que era lo que nos iba a suceder, que iba a pasar con nuestras vidas.
Me hubiese encantado poder responderle a Igor que esto no era más que un mal sueño, y que el día de mañana saldríamos a jugar con nuestros amigos al parque que estaba cerca del almacén. Y que por las mañanas nuestros ojos dejarían de sangrar, y que nuestros padres nos servirían un reconfortante desayuno.
Pero nada de eso sería cierto.
Todo para nosotros habría de cambiar…
Continuará
